Parafraseando al filósofo español José Ortega y Gasset, Marcelo Gallardo es “él y sus circunstancias”. Por ello, y no podía ser de otra forma, el “Muñeco” no es el mismo que se fue de River hace un año y medio; después de todo, en la vida lo único permanente es el cambio.
Lo dijo el propio técnico en su presentación, que necesitó alejarse para ver con otros ojos, valorar más determinadas cosas. Es una incógnita por ahora saber si su exótica experiencia en Arabia Saudita lo hizo crecer o no como entrenador.
Probablemente como persona sí, por el sólo hecho de que no le fue tan bien como él esperaba y el mundo del fútbol le exigía. Y además porque su padre está atravesando una enfermedad, un hecho que volcó la balanza para el lado de quedarse en Buenos Aires y retornar a River mucho antes de lo pensado.
En el ámbito profesional, las circunstancias que rodean a este Gallardo levemente entrecano se emparentan aún menos con aquellas que lo encumbraron años atrás como el mejor entrenador de América.
En otras palabras, el River versión 2024 por ahora está a años luz de aquel de las gloriosas temporadas 14/15 y 18/19, con saldo de una Copa Sudamericana y dos Libertadores ganadas, más una que se le escabulló como arena entre los dedos.
Si alguien dudaba de esta distancia de jerarquía individual y sobre todo de funcionamiento, seguramente le alcanzó con observar el sábado el estreno de la secuela denominada “El Muñeco 2”: en el empate ante el líder Huracán en el Monumental, el “Millonario” estuvo más cerca de perder que de ganar.
Apenas durante los primeros 20 minutos se vio el atisbo de un River made in Gallardo, un conjunto compacto y agresivo, ejerciendo presión alta y atacando de manera vertical.
“Claramente el equipo estaba acostumbrado a jugar de una manera distinta”, declaró Gallardo tras el 1-1 con el “Globo” y todo el mundo pensó “Demichelis, teléfono”. Mientras, el cesanteado entrenador encontró trabajo pronto, en el Monterrey: curiosamente, en el Mundial de Clubes 2025 podría cruzarse con su antecesor y al mismo tiempo sucesor en el banco de River.
El “Muñeco” apeló a una metáfora para simbolizar el delicado momento. “El tren ya está en marcha y nosotros subimos a ese tren. Se aproxima un partido en que se necesita mucha lucidez, en que hay que estar enfocado”.
Con apenas 10 días al mando y sus tres exigencias de refuerzos ya disciplinadamente cumplidas por la dirigencia, Talleres representa un desafío fuera de lo común para el técnico más ganador en la historia riverplatense.
Dos de los flamantes saltarían al campo de juego del Kempes: será la primera vez de Fabricio Bustos y la segunda de Germán Pezzella en el regreso al club del que es hincha. “Maxi” Meza tendrá que esperar hasta la revancha.
Con la duda principal de quién será el cinco elegido (¿Matías Kranevitter o Rodrigo Villagra?) que se sumaría a Rodrigo Aliendro en la búsqueda de un mediocampo más equilibrado, en River extrañan horrores a Miguel Borja y prenden velas por los goles del paraguayo Adam Bareiro que tal vez, quizá, estén por venir.
Y de paso ruegan por que “Diablito” pueda hacer de las suyas. Seguramente esperarán hasta último momento por Claudio Echeverri, con una molestia en el pubis.
Bajas y dudas hay en los dos lados del mostrador. El “Matador” todavía no ha ganado en lo que va del semestre. La pretemporada en Rusia y el affaire en torno a la partida de Ramón Sosa a la Premier League (el paraguayo se plantó y no jugará los octavos) minaron buena parte del funcionamiento conseguido durante la primera mitad del año.
Como si fuera poco, Rubén Botta –lesión muscular- podría reaparecer recién en la revancha en Núñez. Y además el técnico Walter Ribonetto tiene dos suspendidos para la ida: el venezolano Miguel Navarro y el colombiano Juan Portilla.
Guardadas las alineaciones de ambos equipos bajo cuatro llaves, el misterio recién se develará a la hora señalada, 90 minutos antes del inicio del partido, tal como obliga la Conmebol.
La serie se decidirá en el Monumental la semana próxima, pero según el resultado en Córdoba la suerte podría estar prácticamente echada desde las vísperas.
¿Podrá Gallardo obrar el “milagro” de plasmar en tan poco tiempo un River totalmente opuesto a la lánguida “Michoneta”?
“Sabemos que River no es el de otros momentos, tiene también sus falencias como las tenemos nosotros. La llegada del nuevo DT… la energía distinta que le puede dar a la gente, a los jugadores, pero de un día para otro no se puede cambiar todo”.
En esto último confía Ribonetto y el “Mundo Talleres”.